Jimmy Hoffa. Caso cerrado by Charles Brandt

Jimmy Hoffa. Caso cerrado by Charles Brandt

autor:Charles Brandt [Brandt, Charles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2003-12-31T16:00:00+00:00


XIX

Manipulando el alma de la nación

Ya el 9 de diciembre de 1963, cuando tan solo habían pasado diecisiete días del asesinato de su hermano, Robert Kennedy conversó brevemente con Arthur M. Schlesinger Jr. sobre la posibilidad de que la mafia estuviese involucrada. Schlesinger, un historiador ganador del premio Pulitzer y antiguo profesor de Harvard, había sido asistente especial del presidente Kennedy. En su biografía en dos tomos titulada Robert Kennedy and His Times escribió que había pasado la noche del 9 de diciembre con Robert Kennedy y le había preguntado, «tal vez sin mucho tacto, sobre Oswald. Él me confesó que no había dudas de peso sobre la culpabilidad de Oswald, pero que seguía siendo discutible si había actuado por su cuenta o si era parte de una trama más extensa organizada por Castro o por los gángsters».

Dos años después de que la comisión Warren publicase su informe de 1964, Bobby Kennedy le dijo las siguientes palabras al antiguo ayudante de su hermano Jack en la Casa Blanca, Richard Goodwin: «Nunca pensé que fuesen los cubanos. Si alguien podía haber estado involucrado era el crimen organizado. Pero no hay nada que pueda hacer al respecto. Ya no».

Cuando hizo esas declaraciones a los antiguos oficiales de la Casa Blanca que eran sus amigos, Bobby Kennedy conocía el funcionamiento interno del crimen organizado mejor que cualquier otra persona que no integrase La Cosa Nostra. Con certeza Bobby Kennedy sabía que, de no haber guerra entre distintas facciones de la mafia, los jefes no iban a eliminar a los subalternos de otras familias porque eso implicaba grandes venganzas. Cuando querían poner en marcha una determinada política, los jefes de la mafia tradicionalmente eliminaban al jefe de la facción opuesta, no a los vicejefes. A escala internacional esto se denomina cambio de régimen. Para los jefes italianos solo era una cuestión de seguir la vieja máxima siciliana que decía que para matar a un perro no le cortas la cola, le cortas la cabeza.

Aquel doloroso día en que su hermano resultó asesinado en Dallas, Robert Kennedy se encontraba en Washington, encabezando una reunión de dos días con los fiscales federales sobre el crimen organizado. Los fiscales acudían de los distintos distritos judiciales del país para reunirse en el Ministerio de Justicia en este encuentro clave. El propósito era resolver los detalles de la siguiente fase de la campaña de la fiscalía general contra el crimen organizado.

Al segundo día, cuando se encontraba en una pausa para comer, la dramática noticia proveniente de Dallas llegó a oídos de Robert Kennedy.

El jefe de la sección para el crimen organizado de la División Criminal del Ministerio de Justicia era el fiscal William Hundley. Según sus palabras, «en el minuto en que la bala dio en la cabeza de Jack Kennedy, se acabó todo. En ese mismo instante. El programa para el crimen organizado simplemente se detuvo».

Dejar al descubierto el crimen organizado y liberar al país de él había sido la apasionada obsesión de Bobby Kennedy. Había supuesto una



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